Continúa el sonido del afilador; un antiguo y humilde oficio
MARTHA MUÑOZ ASCENCIO
Córdoba, Ver. – Se escucha a lo lejos el sonido del aerófono, hombres y amas de casas tienen sus navajas, tijeras y cuchillos listos, es el momento para que estos instrumentos luzcan como nuevos pues nuevamente se utilizarán en la cocina o en las barberías, el afilador ha llegado para cumplir con su misión de afilar a los aceros.
Uno de los oficios más antiguos más humildes y recordados de la ciudad es sin duda alguna la del “afilador”, cómo no sentir su presencia cuando a lo lejos se escucha el sonido del aerófono quien anuncia la llegada del hombre encargado de darle filo a los cuchillos, navajas o tijeras que con el paso del tiempo y del uso cotidiano pierden, pero no del todo el filo gracias a este noble oficio.
Con más de 40 años, Máximo Huerta Pérez dedica su tiempo y sus andares en la ciudad en busca de clientes quienes necesitan de él para darle filo y cuidado a los aceros que se han desgastado.
“Mi nombre es Máximo Huerta Pérez, tengo más de 40 años dando filo a toda clase de instrumento que así lo requieran para que estos continúen ayudando ya sea en la cocina, carnicería o barbería”, expresó.
Máximo Huerta Pérez cuenta con 59 años y nos platica que él comenzó su oficio de afilador desde los 14 años de edad, un trabajo que lo aprendió de su padre y que hoy en día lo realiza a la perfección.
Considerado el mejor afilador de la ciudad de Córdoba, Máximo se dedica a recorrer los diferentes puntos de la ciudad, casa por casa, negocio tras negocio o algunos clientes asiduos para trabajar con la tradicional bicicleta la cual está adaptada de una estructura que permite elevar la rueda trasera de forma en que el afilador pueda pedalear para hacer girar la piedra de amolar pero sin desplazarse.
“Me dedico a recorrer diferentes puntos de la ciudad, diversas colonias y barrios de Córdoba principalmente el centro histórico, me detengo en un lado para no estorbar y comienzo a afilar ya sean cuchillos o tijeras que es lo que más me dan para darles mantenimiento”, puntualizó.
El costo por afilar cuchillos, tijeras y navajas es de 30 pesos y nos explica que el arte de afilar tiene su chiste, su forma en la que se realiza el trabajo tiene su gracia además de cómo tomar o “agarrar” las herramientas para darle el filo adecuado.
Al cuestionarle sobre la situación actual económica y del cómo sobrevive con este oficio, él detalló que continúa trabajando gracias a que sabe realizar su trabajo, por algo es considerado el mejor afilador de Córdoba.
Mientras da vueltas a su bicicleta y a la piedra de afilar, Máximo nos cuenta cómo y a pesar de los grandes cambios de la vida diaria, aún se mantiene tranquilo con su oficio ya que tiene clientes leales a su trabajo, invitando al público en general que en esta situación actual se debe de avanzar con las herramientas que uno tenga.
“Se debe salir adelante con este trabajo y el hacerlo bien nos permitirá continuar en el camino del trabajo”, finalizó.
HISTORIA
Historia de la profesión de afilador de cuchillos

Este oficio artesano nació en Orense (Galicia) en el siglo XVII, de ahí que esta ciudad se haya ganado el sobrenombre de «Terra de Chispas» con el paso de los años. Los comerciantes ambulantes, también conocidos como amoladores, iban de casa en casa afilando los instrumentos de corte de los vecinos. Podían pasarse varios meses viajando de un pueblo a otro.
No pasó mucho tiempo antes de que los afiladores salieran de Galicia para recorrer toda España dando a conocer su trabajo. Al principio ellos mismos trasladaban la rueda de afilar, y más adelante empezaron a arrastrarla con un carro de madera.

