Orizaba, Ver.— Detrás de cada cirugía, cada consulta y cada fotografía de agradecimiento, se esconde una historia de resistencia. La de Marco Paulo Morales Romero, hoy de 17 años, es una de esas vidas que se han entrelazado para siempre con el trabajo de la Campaña Claypa y del equipo de especialistas que lo han acompañado desde el día en que llegó al mundo con labio y paladar hendido.
Su abuelo, quien habla de Marco con el orgullo y la ternura de un padre, recuerda perfectamente aquel inicio difícil. “Cuando nació, su labio estaba completamente partido. Yo pensé que no iba a vivir, ni sabía cómo iba a comer”, confiesa. Durante meses, la familia tuvo que alimentarlo con jeringa. Pero, junto al miedo, llegó también una ruta de esperanza.
La primera parada fue el consultorio del doctor Luis Díaz Barriga, quien desde entonces se convirtió en una figura fundamental para Marco. De ahí fueron canalizados al Hospital Civil Córdoba antes Yanga, donde recibió su primera operación en el marco de una de las campañas Claypa. A los tres o cuatro años vino la segunda intervención, esta vez en el Hospital Covadonga de Córdoba. Y con cada cirugía, el rostro de Marco cambiaba, pero también su futuro.
Después los médicos pidieron tiempo: su rostro debía madurar antes de continuar. Y así, la vida siguió su curso entre escuelas, juegos y citas médicas. Hasta que hace dos años regresaron al consultorio del doctor Barriga.
“En cuanto lo vio, se acordó de él. Lo volvió a meter a la campaña”, relata el abuelo, con una emoción que se le quiebra en la voz. Desde entonces, Claypa retomó su seguimiento: brackets, correcciones, ajustes… “detallitos que han hecho la diferencia”, dice.
Hoy, Marco ya no es el bebé que un día alimentaron con una jeringa. Es un joven que estudia, sonríe con seguridad y se toma fotos con los doctores que prácticamente lo han visto crecer.
“Para mí no es mi nieto, es mi hijo. Él me dice papá”, comparte el abuelo, con una mezcla de orgullo y gratitud imposible de ocultar. “Yo vengo a decirles a los doctores: muchas gracias. No tengo cómo pagar todo lo que han hecho por él. Gracias a ellos y gracias a Dios, él está aquí”.
En esa foto reciente con los médicos, él ve más que un registro clínico: ve una vida entera. Ve el camino recorrido desde el nacimiento de Marco y la certeza de que seguirán ahí, acompañándolo, porque, como él mismo dice, “los vamos a seguir necesitando, y el doctor Barriga nos dirá cuándo será la próxima cita”.
Antes de retirarse, el abuelo lanza un último agradecimiento que también es una bendición:
“Dios bendiga a todos los doctores: al doctor Barriga, al doctor Abelardo, a la doctora Teresa y a todo su equipo. Toda una vida hemos tenido su respaldo… y aquí seguimos juntos”.
Una historia más que confirma que Claypa no solo transforma sonrisas: acompaña vidas enteras.



